Frente y detrás de la cámara. Para Ana Ramón Rubio Bull Run no solamente representó un pluriempleo, sino también la oportunidad de romper varios moldes y estructuras. Ana optó por lo novedoso, lo incómodo, lo inusual, desde la financiación hasta el género en el que está envuelto el tema del bitcóin que a priori nos suena pesado e incomprensible.
La génesis de la multipremiada Bull Run (2023) se remonta a los meses de la pandemia, cuando en el encierro y en el parón laboral, Ana se inició en el inescrutable territorio de las criptomonedas. Se obsesionó al punto de causar preocupación en su familia. Entonces a la cineasta se le ocurrió hacer una película de su historia, donde participan además los suyos, que querían que Ana se desenganchara de su objeto del deseo, así como un puñado de expertos que explican el fenómeno financiero.
Reconocida por sus anteriores trabajos Almost Ghost (2019) y Todos queríamos matar al presidente (2018), la directora española comenzó a rodar Bull Run (producido por Cosabona Films) con ella enfrente y detrás de la cámara, documentando desde la comedia su supuesta desintoxicación de la compra y venta de los activos digitales.
Rompiendo el molde de la financiación
Cuando se me ocurrió la idea de hacer Bull Run, no tenía muy claro cómo financiarlo porque como era un proyecto tan raro, tan marciano, tan loco, pues dices "jolín, las vías tradicionales a lo mejor no son las adecuadas".
Busqué al productor Juanjo [Moscardó] que es de los muy pocos en el sector cultural que cree mucho en la tecnología blockchain, y le dije "Oye, tengo este proyecto y podríamos tokenizarlo"; aunque yo tampoco lo tenía muy claro realmente, pensé que si se pueden tokenizar cosas, también una película, pero no tenía mucho conocimiento al respecto.
Juanjo se encargó de toda la financiación junto con los que hicieron la tokenización. Realizaron un trabajo muy bueno porque la financiación [320 mil euros] se consiguió en 24 horas. En realidad los que han roto todo en ese sentido son ellos.
La comedia, la mejor opción
Tienes que estar muy interesado en el tema para poder acceder a esos contenidos, sin embargo a veces te echa para atrás que sea un mundo muy complejo. Entonces por un lado quería hacerlo más accesible y tangible, que pudieran entender cómo funciona, pero no desde una perspectiva tan técnica.
Mi intención era dar esa visión general y pensé que la comedia lo haría más accesible. Por otra parte creo que mi historia era un poco patética y a veces reírse de uno mismo pues es bastante terapéutico (se ríe). La comedia era el género apropiado para hacer algo distinto de lo que ya hay sobre este tema porque se habían hecho otros documentales sobre bitcóin y criptomonedas pero siempre desde un punto de vista muy oscuro.
Además como Bull Run fue financiado mediante tokenización, no había que responder a los criterios de una plataforma, podíamos hacerlo libremente. Creo que eso le ha dado ese punto loco al proyecto de decir "Oye, lo podemos hacer como queramos".
Asumir varios roles
En Bull Run es la primera vez que estoy delante de la cámara. Normalmente mi trabajo ha sido detrás de ella, entonces es difícil mantener la objetividad. Me cansaba de verme todo el tiempo, muchas veces quise quitar esto o aquello y los productores siempre estaban que "no y no" (se ríe). Fue una lucha, me costaba pensar que a alguien le podía interesar mi vida.
En ese sentido fue importante tener un montador externo, César García, que no había estado en el rodaje, que no nos conocía de nada, y que no tenía idea ni de bitcóin ni de criptomonedas. Por eso lo elegimos. Pensamos que, tener esta otra visión de alguien que no tuviera absolutamente nada que ver, iba a ser valioso porque lo más complicado para mí de este montaje ha sido el balance. Es la primera vez que trabajo en la edición con alguien y me ha venido muy bien.
Otras posibilidades del documental
Creo que el documental tiene muchas posibilidades de ir a distintos géneros. No tiene que ser siempre muy didáctico y muy serio. Ahora estamos viendo muchísimos docu thrillers, por ejemplo, que son mil veces mejores o igual de buenos que una película de ficción. Entonces conforme el documental evoluciona, van surgiendo nuevos proyectos que son de distintos géneros dentro del documental y creo que eso es muy interesante explorarlo.
Al final un documental no se diferencia tanto de una ficción, pero es con personas reales. Yo siempre he sido, no sé cuál sería la palabra exacta…, muy poco rigurosa en el sentido de decir esto no tiene que ser 100% ficción o 100% realidad. De hecho creo que ninguna película es 100% ficción ni 100% realidad, todas se encuentran en algún punto entre esas dos opciones, incluso cualquier película de ficción siempre bebe de la realidad.
Evolución del documental
Antes, cuando casi todo lo que se veía en cuanto a la verdad, eran más reportajes que películas documentales, era muy necesaria la distinción entre lo real y la ficción. Pero ahora hay muchísimos películas documentales que juegan con ese espejo que te crea la realidad y se hacen proyectos increíbles como el de My Mexican Bretzel (Nuria Jiménez Lorag, 2019) o El agente topo (Maite Alberdi, 2020). Hay muchísimos ejemplos de documentales que ofrecen ese juego y que aportan otro punto de vista.
Lo que diferencia verdaderamente un documental de un reportaje es que de alguna manera ves la percepción del mundo que tiene el director. No es de dar rigurosamente datos y contar cómo ha pasado algo en concreto. Incluso, aunque así fuera, siempre hay esa parte de lo que tú seleccionas, en qué orden lo colocas; nunca las cosas son objetivas, ¡jamás! Esa objetividad no existe.
El documental te permite jugar con una realidad, y en el caso de Bull Run queríamos hacer algo un poco más canalla y distinto.
¿Directora bitcóin?
¡Claro que no! (se ríe) Tengo un proyecto que no tiene absolutamente nada que ver con criptomonedas, aunque también tengo otro, una serie documental, que sí tiene bastante que ver.
Hay muchísimos temas que me interesan. Tengo muchos proyectos lanzados y los que van saliendo salen y los que no... Esto funciona un poco así. Entonces, si resulta, y da la casualidad de que salen dos seguidos que están relacionados, los haré porque tampoco voy a ponerme a rechazar proyectos que además he creado yo.
Más que nada lo que espero es poder seguir contando historias porque es muy difícil hoy en día, y poder conservar eso es un poco mi objetivo y mi intención. Pero a veces el mundo también va decidiendo y tú te vas adaptando.
Filmografía
Largometrajes
Bull Run (2024)
Almost ghosts (2019)
Cortometrajes
Somewhere east Jesus (2019)
El camerino (2016)
Serie
La Vall (2020)
Webserie
La puerta (2020)
Todos queríamos matar al presidente (2017)
Sin vida propia (2013-2015)
Escena de Bull Run - Cinema Jove
Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones
Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.