Entrevista

Dea Kulumbegashvili: "No sé qué significa la etiqueta ‘cine femenino’"

La cineasta georgiana cuenta sobre los temas que ahora "se nos permite" abordar en el cine, detalla el proceso de creación de sus personajes, como también explica por qué aún tenemos "un camino enorme por recorrer" en cuestión de igualdad y representación en el cine.

Por Janina Pérez Arias

Imagen: Festival Internacional de Cine de San Sebastián- Ms. Who? Magazine

Con Beginning (Dasatskisi, título original, 2020), Dea Kulumbegashvili (Georgia, 1986) estaba destinada a competir en el Festival de Cannes, una edición que fue cancelada por la pandemia.

Sin embargo, su debut en el largometraje coescrito con Rati Oneli estaba destinado a hacer historia. La enigmática y perturbadora Beginning, protagonizada por Ia Sukhitashvili, cuenta sobre Yana (Sukhitashvili), una mujer que ha dejado su vida para formar parte de una comunidad de Testigos de Jehová en una apartada provincia en Georgia. Tras un ataque a dicho grupo por parte de un grupo extremista, Yana cuestiona su decisión, su vida y su anulado mundo interior.

En la edición 68° del Festival Internacional de Cine de San Sebastián Beginning ganó por todo lo alto: Concha de Oro a la Mejor película, Concha de Plata a la mejor dirección, Premio del Jurado al guion y Concha de Plata a la Mejor actriz, Ia Sukhitahsvili.

Formada en Cine en la Universidad de Columbia (Nueva York), es innegable que Dea Kulumbegashvili posee una mirada cinematográfica bastante personal, de la cual ya había dado muestras en sus cortometrajes Invisible Space (2014) y Léthé (2016), ambos seleccionados en Cannes respectivamente en la Sección Oficial de Cortometrajes y en la Quincena de Realizadores (ahora llamada Quincena de Cineastas). Es probable que su segundo largometraje, April (2024), sobre una ginecóloga en una localidad remota, siga la misma estela de Beginning.

En esta entrevista, Dea expone sus opiniones sobre el llamado ‘cine hecho por mujeres’, los temas que ahora "se nos permite" abordar en el cine, cuenta sobre su proceso de creación de personajes, sus primeros —y no tan dulces— pasos en la industria cinematográfica en Georgia, y también explica por qué aún tenemos "un camino enorme por recorrer" en cuestión de igualdad y representatividad en el cine.

En la conversación sobre la female gaze, algunas directoras cuestionan la etiqueta ‘cine femenino’ o ‘cine hecho por mujeres’. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Hay diferentes aproximaciones para hablar de ese tema. El enfoque desde la teoría por supuesto que es discutible.Al ser mujer, creo que mi cine tiene un punto de vista femenino porque establezco diferentes conexiones con mis personajes de una manera particular a si fuera hombre o no binaria. Es algo que tiene que ver también con nuestras identidades y no podemos dejarlo de lado. Somos como somos.

Sin embargo, no sé qué significa la etiqueta ‘cine femenino’. Mi cine es personal, yo soy mujer, pero estamos hablando de una etiqueta. No sé qué es el cine femenino porque existen tantas mujeres directoras con diferentes visiones haciendo su propio cine, así que resulta difícil generalizar.

¿El hecho de ser mujer fue definitivo para incluir en una película como Beginning temas que tienen que ver con el género?

Cuando trabajo con un personaje todo debería surgir de él, de su vida, porque a la hora de escribir un guion yo no trato de teorizar sobre temas. Más bien quiero partir del punto de vista de un personaje y conocerlo, es pues todo un proceso; no le quiero imponer cosas, sino que el personaje me cuente de su vida.

En ese sentido es conveniente que la relación con mi trabajo no sea unidireccional, ya que no se trata solo de lo que escriba o haga en mi película, sino también de alguna manera las historias me escriben a mí y me afectan.

Se produce pues un intercambio mutuo y constante, y un proceso dinámico. Por eso algunas cosas llegan a la película, otras no. Al final no importa cuánto estudies de dramaturgia, yo sigo confiando en mis instintos, en mis sentimientos y en mi conexión emocional con cada personaje. Hacer una película sigue siendo un proceso intelectual, pero comienza con una emoción.

"Durante mucho tiempo no se nos permitió mostrarnos como seres humanos completos con nuestros sentidos, deseos, nuestra sexualidad, ira, frustraciones y con nuestras preguntas”.

¿Qué opinión tienes de directores como Pedro Almodóvar que exploran los personajes femeninos, frente a otros que a pesar de tener a mujeres como protagonistas las abandonan a su suerte?

Creo que no es sólo directores hombres [hace referencia al segundo caso]. Se trata de la relación entre los directores con sus personajes ya que no podemos hablar de quienes no conocemos o de quienes no nos preocupamos por conocer.

No es un conocimiento teórico sino una conexión emocional real porque de alguna manera somos parte del mundo de los personajes que abordamos. Aclaro que no es que el personaje sea parte de nuestro mundo, sino que nosotros somos parte del suyo.

En el caso de Almodóvar —¡me encantan sus películas!— puedo ver una conexión profunda con sus personajes, quizás porque de alguna manera él es parte de ese mundo. Si se tratase sólo de un ejercicio teórico no sería honesto, y la honestidad es la clave, a la vez eso viene del conocimiento emocional al que hago referencia, ya que también tienes que ser sincera contigo misma.

Cuando no sabes algo sobre los personajes, también está bien. No necesitas saberlo todo, pero debes ser honesta contigo misma sobre lo que sabes y lo que desconoces, y no teorizar. Por eso siempre digo que no sé qué es una buena o una mala película, para mí se trata más de conectar o no con el filme, y si sigo pensando en él. Si lo pienso luego o dos años, entonces será una película que se queda conmigo, tanto la historia como sus personajes.

Así es como me planteo mi cine. Al momento de crear historias tiene que surgir el deseo de estar con mis personajes durante algunos años porque básicamente terminas conviviendo con ellos. No estás creando personajes desde cero, ya existe un conocimiento. En el mayor de los casos él o ella ha estado contigo durante mucho tiempo, incluso mucho antes de que comenzaras a trabajar en el guion.

En las películas cada vez más se habla abiertamente del deseo femenino, de la sexualidad femenina, de temas conectados con el universo de las mujeres que antes se obviaban. ¿Crees que es algo que tiene que ver con el Zeitgeist o es una moda?

Bueno, diría que está de moda. Es como si de repente se hubiera descubierto que las mujeres tienen sentidos (se ríe). Y sí, es gracioso. De hecho, hablando con unos directores —hombres— sobre el deseo y la sexualidad femenina, les comenté que me preguntaba cuándo se le permitió a una mujer tener orgasmos, cuándo se quiso que ese tema formara parte de estudios o cuándo se mencionó por primera vez…

A pesar de que mis interlocutores estaban trabajando en un guion sobre la sexualidad femenina confesaron que nunca se habían hecho esas preguntas (se ríe). Seguramente nunca se hicieron esas preguntas porque estaban pensando desde su punto de vista masculino.

Aunque sean temas que ‘están de moda’, finalmente se nos ha permitido usar el cine para exponer esos temas. Durante mucho tiempo no se nos permitió mostrarnos como seres humanos completos con nuestros sentidos, deseos, nuestra sexualidad, ira, frustraciones y con nuestras preguntas.

Antes, incluso hace unos pocos años atrás, a las películas hechas por mujeres se les ponía el requisito imperativo de que tratara sobre un tema que le importara a la sociedad. Solo así te ayudaban, lo cual es muy triste.

No creas que el cambio es rotundo. Estoy usando la palabra ‘permitir’ porque en realidad se nos permite, cosa que todavía no es obvio.

¿Cuáles son las diferencias cuando comparas la situación de las mujeres cineastas en Georgia con el resto de Europa?

Depende, porque Europa es muy diversa en términos de cultura y políticas. Si lo comparo con Francia, que conozco más o menos, por supuesto que allí hay más igualdad que en Georgia.

Hace poco es que he empezado a sentir que puedo ser mujer y directora al unísono, que no necesito dejar de ser mujer para hacer películas. Esto lo digo porque antes esa percepción era diferente, porque a las mujeres que hacíamos cine no se les consideraban mujeres, tenías que despojarte del género si querías ser considerada talentosa e igual a tus colegas hombres.

En Georgia es frecuente que una buena crítica hacia tu trabajo suene como ‘tu película es tan buena como la de un hombre’, lo cual es bastante ridículo porque te quitan tu identidad.

Reitero, por primera vez en mi vida empecé a sentir que podía ser mujer y directora, aunque siempre fui ambas cosas. Yo no quería escoger y elegí no formar parte de los círculos cinematográficos de Georgia, situarme al margen para simplemente poder hacer mis películas, rodando en algún lugar apartado en el campo.

Se puede decir que el ambiente te empujó a tomar tu camino...

Fue horrible. Mis primeros pasos en el cine fueron trabajando como asistente en diferentes sets. En la entrevista para mi primer trabajo en Georgia me preguntaron si sabía hacer buen café y qué tan rápido podía llevar una taza de café caliente caminando de un lado a otro sin derramarlo… (se ríe). Por cierto, no me contrataron para esa película porque no sabía hacer café, cosa que agradecí (se ríe).

Cuando salí de aquella entrevista ni siquiera estaba enojada, pensé que era una broma. Era como '¿realmente este director está haciendo cine?'. Por cierto, no veo sus películas (se ríe).

"Cuando estoy armando equipos, la mayoría de las personas que acude a las entrevistas son hombres porque muchas mujeres en Georgia aún no tienen una educación o formación específica en el cine".

¿Cómo es la conversación entre tus colegas en relación a la conformación de equipos con mujeres en los sets de rodaje, así como sobre la visibilidad de las féminas en la industria cinematográfica?

Todos y todas sabemos que todavía hay un camino enorme por recorrer. Me enojo cuando escucho que ‘por fin somos iguales’ como si estuviéramos disculpándonos o esperando por algo… Creo que soy igual a los demás y que todos son iguales a mí.

Cuando estoy armando equipos, la mayoría de las personas que acude a las entrevistas son hombres porque muchas mujeres en Georgia aún no tienen una educación o formación específica en el cine. Nunca se les ocurrió que pudieran trabajar en el cine porque de entrada lo consideran un trabajo para hombres.

Me gusta rodar en lugares pequeños y remotos en Georgia, y siempre parto de la idea de contratar a una chica local de 18 o 19 años, incluso como asistente, para que vea que el cine existe y que como mujer es posible trabajar en este medio; así tal vez mañana cuando ingrese en la universidad piense en estudiar cine. Ese es el comienzo para que se produzca un cambio.

En tu país eres un referente para las mujeres que quieren hacer carrera en la industria cinematográfica, ¿cuál es la mejor manera para entrar?

La mejor manera es coger el teléfono, llamar y preguntar, o ir directamente a una productora y postularte, y así para que te contraten para cualquier trabajo en este campo. Hay que empezar por hablar y no hay que tener miedo de expresar tu opinión. En todo caso tienes que empezar a expresarte.

Beginning (Dasatskisi, 2020) Dirección: Dea Kulumbegashvili. Guion: Dea Kulumbegashvili y Rati Oneli. Reparto: Ia Sukhitashvili, Rati Oneli, Kakha Kintsurashvili, Saba Gogichaishvil. Fotografía: Arseni Khachaturan. Producción:  Francia, Georgia.. Fotos: Surtsey Films

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