Maite Alberdi: "No espero cumplir las mismas expectativas ni seguir los mismos caminos con mis películas"

Texto: Janina Pérez Arias   /  Edición: Mónica Urbina Pardo 
Foto Festival Internacional de Cine de San Sebastián

La carrera artística de Maite Alberdi (Santiago de Chile, 1983) está llena de récords. El más reciente es el de La memoria infinita. La película estrenada en el Festival de Sundance en 2023 donde ganó el Gran Premio del Jurado en la sección World Cinema Documentary, fue también ganadora del Goya 2024 a Mejor película Iberoamericana, además de haber sido una de las cinco aspirantes al Oscar en su 96° edición por Mejor documental.

Estas dos galas eran un escenario familiar, ya que por la alfombra roja de ambos premios había transitado a causa de El agente topo. En la española venció a diferencia de la estadounidense, Sin embargo es hasta la fecha la única directora chilena que ha conseguido ser nominada dos veces al Oscar.

La memoria infinita es una película centrada en una relación, la de Augusto y Paulina. Augusto Góngora, un reconocido reportero de televisión quien con su trabajo construyó la memoria colectiva de un país durante y tras la dictadura, le diagnostican Alzheimer en 2014 (murió en mayo de 2023), y su pareja la actriz Paulina Urrutia, ministra de Cultura durante el primer mandato de Michelle Bachelet, asume los cuidados. Ambos intentan mantener presente el pasado mientras transcurre la vida y la enfermedad avanza, como también intentan conservar la memoria de un país que quiere olvidar.

Entre todos estos superlativos, contando muchos otros premios y las mejores críticas provenientes de diferentes latitudes, quizás el récord más significativo conseguido con La memoria infinita haya sido coronarse como el documental más visto en cines chilenos, así como alzarse como la película chilena más vista en los últimos cinco años.

Fundadora de Micromundo Producciones y próxima a lanzar su primera incursión en la ficción, El lugar de la otra, inspirada en el relato Las Homicidas (de Alia Trabucco Zerán, y con guion de Inés Bortagaray y Paloma Salas), Maite Alberdi está considerada como una de las realizadoras latinoamericanas más importantes de la actualidad.

La intención de La memoria infinita

Lo que más tuve en mente era visibilizar para las familias que no están en esa situación. De alguna manera lo que hace la Paulina, que fue lo que me sorprendió cuando la conocí, fue que desde que diagnostican a Augusto, lo agarra de la mano, se lo lleva a su trabajo, lo integra a su vida, y hace que su entorno también lo cuide. Eso fue antes de la pandemia.

Mostró la fragilidad sin importar que él haga las cosas más lento, que haga preguntas absurdas a veces. Era como que todos lo cuidamos, todos lo queremos.

Siento que el problema para los cuidadores o los familiares de personas con demencia, es que se aísla tanto el enfermo como su entorno y el cuidador. Eso es algo que no puede pasar.

La figura de los cuidadores en el cine

En La memoria infinita hay un mensaje de cómo cuidar con amor, pero con mi película yo no puedo imponerle a un cuidador la forma de cuidar porque en realidad todas las historias son distintas.

Esta es una historia de amor excepcional, entonces si no tienes ese amor, que viene de antes, es muy difícil pedirle a alguien que cuide así. También tiene que ver con los vínculos, de lo bien que hace el amor y cómo eso va a permanecer en el cuerpo.

La cámara, presente pero no intrusa

Es mi manera habitual de filmar. Es una cámara que acompaña, que está ahí pero que los deja hacer, que no los interrumpe, que está respetando sus procesos. Es una cámara que se está ganando la confianza y que está construyendo intimidad.

Soy una observadora-acompañante más que alguien que interviene, y creo que es mi manera de relacionarme con los personajes en el cine.

Enfrentarse a la posibilidad de un 'no'

Yo creo que es parte de todo eso. Uno siempre se acerca a los personajes tratando de hacer un ejercicio de confianza y de que ellos encuentren sus propias motivaciones para dar el ‘sí’.

No es que ellos quieran hacer mi película, es más bien lo que ellos quieren comunicar, lo que les importa transmitir. En este caso estaba Augusto que quería hacer la película. La decisión del sí es muy consciente con él y la Paulina se entrega a esa decisión.

Al principio, cuando aún estaba muy consciente, Augusto decía ‘yo filmé toda mi vida a personas frágiles, yo filmé toda mi vida la precariedad, me abrieron las puertas de muchas casas, entonces ¿por qué no voy a mostrar mi propia fragilidad, si eso puede ayudar a comunicar algo?’.

La demencia como metáfora de la fragilidad de la memoria colectiva

Lo fui descubriendo. Quizás acá hay algo importante que tiene que ver con la fragilidad, pero también con la permanencia. Hay una fragilidad de la memoria colectiva pero también hay cosas y dolores que quedan de los que nos tenemos que hacer cargo.

Tal como lo dice en el discurso [incluido en el filme] que está lleno de eventos y de hechos históricos, Augusto dice: ‘están las cifras, pero el duelo que tenemos que hacer es sobre la construcción de la memoria con sentido del futuro. ¿Qué estamos mirando para adelante? ¿Qué es lo que nos duele?’.

A él se le puede olvidar en qué año sucedió algo, pero no se le olvida que a su amigo lo degollaron. Por eso digo que hay dolores que permanecen. Los eventos son frágiles, los datos son frágiles, pero no lo que siente el cuerpo. La memoria convive con esa fragilidad, y hay cosas que nunca van a desaparecer.

Como pueblo cargamos con nuestros dolores y no podemos no comunicar eso. No es que tengamos que comunicar el evento, tenemos que comunicar el dolor y eso es lo que hace esta película, te hace entender el dolor de las pérdidas, pero al mismo tiempo te hace ver los dolores que permanecen.

Ser testigo del deterioro

A pesar del deterioro progresivo, la relación entre Paulina y Augusto estaba intacta, como una pareja que mantiene exactamente el mismo amor. Entonces para mí nunca ha sido doloroso ese deterioro porque yo he vivido esta relación de una pareja que irradia ese amor entre ellos. Algo así no lo había visto nunca.

Obviamente lamento, sobre todo por ellos, que ya no pudieran hacer las mismas cosas de antes, pero como dice Paulina ‘yo no tengo nostalgia de hace 20 años, sino de hace dos cuando podíamos salir a caminar’.

Paulina Urrutia: la actriz, la ex ministra, la cuidadora

Uno se transforma en compañera, estás ahí viviendo con ellos, entonces te vuelves de alguna manera en una compañía. Durante la pandemia, por ejemplo, Paulina me mandaba material. Ella estaba sola, yo también.

A veces ella me hablaba a cámara y me decía ‘mira esto Maite’, y yo le contestaba por audio, nos mandábamos unos audios de 10 minutos. Diría que mi rol fue de alguien que está acompañando, haciendo de testigo también desde cerca de lo que ellos estaban viviendo.

Hay un desafío muy grande en Latinoamérica y en el mundo frente al rol de la cuidadora. Digo cuidadora porque la mayoría son mujeres. El caso de Paulina es excepcional, es una mujer con una mega carrera que decide postergarla para cuidar, pero el suyo es el caso de muchas mujeres. Pienso que falta un buen apoyo social y económico, y que todos como sociedad tenemos que saber cuidar a quienes cuidan. Esta película ayuda a mostrar eso.

Sobreponerse al gran éxito de El agente topo

Nada de miedo! Siento que todas las películas son distintas. Obvio que es difícil, pero no espero cumplir las mismas expectativas como tampoco espero seguir los mismos caminos con todas mis películas.

En defensa de las cuotas

En los últimos años ha habido más visibilidad y más espacio para las mujeres, vemos los resultados de eso, pero todavía la deuda es muy grande. Por ejemplo, el set no está pensado para mujeres con hijos, como tampoco la industria está pensada para mujeres inmersas en los primeros años de crianza de sus hijos.

Aunque sí vemos algún cambio, en la práctica tampoco está pasando tanto. Creo en las tan discutidas cuotas. Hasta que no haya equilibrio e igualdad, hasta que no entendamos que las condiciones no son las mismas, definitivamente tenemos que seguir defendiendo las cuotas.

Como industria tenemos que ver cuáles son los desafíos y ayudarnos a cubrirlos. Se trata de desafíos económicos y van a tener un costo mayor, pero entre todos —las productoras, las plataformas, los financistas...— tenemos que asumir que debemos hacernos cargo en conjunto.

Filmografía  

Largometrajes

El lugar de la otra (2024)

La memoria infinita (2023)

El agente topo (2021)

Los niños (2016)

La once (2014)

El salvavidas (2011)

Cortometrajes (selección)

Soy la tierra. Historias desde el fin del mundo (2022)

Yo no soy de aquí (co dirección con Giedre Zickyte, 2016)

Propaganda (2014)

Televisión

La vida es sueño (2024)

Libre de reír (2023)

 

Augusto Góngora y Paulina Urrutia. La memoria infinita, de Maite Alberdi.  Foto Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

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